La Catedral Basílica Metropolitana y Primada de Santa Tecla, más conocida popularmente como la Catedral de Tarragona, se empezó a construir en el año 1171 y fue consagrada en 1331, aún sin terminar. La Catedral, de planta de cruz latina, mide más de un centenar de metros de longitud y contiene un gran claustro marmóreo y casi 300 capiteles historiados, siendo en su momento una de las catedrales románicas más imponentes de la península Ibérica.

Levantada a caballo entre el románico y el gótico, se encuentra situada en la Part Alta, el barrio antiguo de Tarragona, encima de los restos del templo de Augusto, la sede del culto imperial romano. Más tarde el espacio fue convertido en catedral visigoda y, después de un paréntesis en época islámica, recuperó el culto cristiano a principios del siglo XII. Por lo tanto, ha sido testigo y protagonista de la historia de Tarragona y de Cataluña desde hace más de 2.000 años, lo que ha dejado en sus muros huellas romanas, visigodas, románicas, góticas, renacentistas, barrocas y neoclásicas.

La Catedral de Tarragona también es la sede del Museo Diocesano de Tarragona, una institución cultural centenaria que alberga la vasta colección de arte y arqueología de la archidiócesis, con piezas tan singulares como el monumento funerario del auriga Eutiques, ídolo de la afición tarraconense a las carreras de carros, o la delicada belleza de la Anunciación de Jaume Huguet, joya de la pinacoteca gótica.

Curiosidades de la Catedral

¿Sabías que la Catedral de Tarragona cuenta con el rosetón más grande de Cataluña? La gran vidriera circular de once metros de diámetro que preside la fachada principal gótica está decorada con un sol rodeado de estrellas, representando la luz divina que ilumina a los feligreses.

El órgano, situado en un lateral de la nave central de la basílica, fue construido en el siglo XVI, en pleno Renacimiento, y está decorado con medallones y una gran cantidad de putti o angelotes. Destacan las sargas, las puertas del órgano, decoradas con unos enormes lienzos manieristas del pintor italiano Pietro Paolo da Montalbergo. (H3)

El claustro de la Catedral de Tarragona se empezó a construir a mediados del siglo XII en estilo tardorrománico con ciertas influencias del arte andalusí, especialmente en las tracerías de los óculos y el friso de arcos polilobulados. Los capiteles están repletos de iconografía, pensada para transmitir el conocimiento a una población analfabeta. 

En la capilla dedicada a santa Tecla, patrona de Tarragona, hay un sagrario dorado donde se conserva la reliquia del brazo de la santa, con mucha devoción en la ciudad: cada 23 de septiembre sale en procesión, cerrando las dos semanas que duran las fiestas mayores de la ciudad. La noche del 23, en el Pla de la Seu, se realiza la entrada del braç o entrada del brazo, momento culminante de la fiesta en que la reliquia vuelve a entrar en la Catedral hasta el año siguiente, y todo el seguici popular, el séquito de la santa formado por las figuras del bestiario, los grupos de baile y las colles de castells de la ciudad actúan a la vez mientras del cielo caen oropeles y se lanzan fuegos artificiales.

Uno de los secretos mejor guardados de la Catedral es su Sala del Tesoro, donde se guardan las reliquias y la orfebrería litúrgica. Pero el verdadero tesoro se descubre levantando la mirada, pues un magnífico artesonado mudéjar ocupa todo el techo. Está decorado con escudos heráldicos, motivos geométricos y vegetales y unas curiosas escenas de músicos y bailarines, tanto humanos… como de otro tipo.

¿Sabías que Jaime I el Conquistador estuvo enterrado en la Catedral durante un siglo? El panteón real de la Corona de Aragón estaba en el monasterio de Poblet, cerca de Tarragona, pero en 1835 el Estado español expropió y abandonó el monumento, hoy considerado Patrimonio de la Humanidad. Para evitar su pérdida, los restos fueron trasladados a Tarragona. A principios del siglo XX se encargó al gran arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner que diseñara dos grandes monumentos a la altura histórica de los personajes, pero por diversas desavenencias el proyecto se detuvo cuando el primer sepulcro, destinado al rey conquistador, estaba casi terminado. En 1952, Poblet fue restaurado y los cuerpos reales regresaron a su lugar original. El panteón real tarraconense quedó desmontado y olvidado hasta que en 1992 se recuperó y hoy se puede contemplar en el patio de Jaume I del Palacio Municipal.

Un legendario candelabro de la Catedral inspiró una obra de Verdaguer. Del techo de la nave central, cerca del cimborrio gótico, cuelga un antiguo candelabro llamado Salomonet de les Matines. Dice la leyenda que una noche de Navidad unos pescadores de la ciudad estaban atrapados en medio de una gran tormenta y, no existiendo entonces faros, estaban desorientados en la oscuridad. En la Catedral se estaba celebrando la misa del gallo, y justo cuando los marineros habían perdido toda esperanza, el acólito encendió las velas del Salomonet y su luz se filtró por el rosetón de la fachada principal, que mira hacia el puerto. Los tripulantes de la barca vieron el rayo de luz entre la oscuridad y, dirigiéndose hacia él, encontraron el muelle, salvándose de una muerte segura y corriendo hacia la Catedral para contar el milagro. Años más tarde, el gran poeta Jacint Verdaguer recogió la historia en sus Rondalles.

El Museo Diocesano custodia la tumba de un piloto de carreras de la época romana. Los aurigas eran, sin duda, los ídolos deportivos de la población de Tárraco, incluso por encima de los gladiadores. En la ciudad se conocen dos, y la tumba de uno de ellos, llamado Eutiques, se conserva en la colección arqueológica del Museo Diocesano. Siendo esclavo, se la dedicaron sus amos, y él aparece representado vistiendo el uniforme típico de los aurigas. Lleva en la mano una palma, el símbolo de la victoria para los romanos. Una larga inscripción explica su trágica historia: justo cuando, con veintidós años, había dado el salto de los carros de dos caballos a los de cuatro, una extraña enfermedad se lo llevó lejos de la gloria del circo y de los lamentos de su fiel afición.

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