Cimacio con la procesión de las ratas
Partes de la Catedral / Cimacio con la procesión de las ratas
Cerca del portal de la Epifanía, en un cimacio o moldura horizontal entre un capitel y su arco respectivo, aparecen dos escenas de una curiosa leyenda de profundo arraigo en la ciudad. Existen varias versiones de la historia, una de las cuales dice así:
«Hace tiempo, en el palacio de un noble tarraconense, había una plaga de ratas imposible de contener, hasta el punto de que un día en que el noble organizó un banquete en honor al rey y toda su corte, las ratas irrumpieron comiéndose las viandas y espantando a la ilustre comitiva.
El noble, avergonzado, mandó buscar al mejor gato cazador del país. Sin embargo, el pobre no podía acabar con ellas porque cuando las perseguía las alimañas se escondían en sus madrigueras, por las que el gato no pasaba. Así que el gato elaboró un plan: una noche, entró en el gran salón de banquetes y se estiró patas arriba, haciéndose el muerto.
»Las ratas, creyéndose el engaño, decidieron celebrar la muerte de su gran enemigo con una gran fiesta, durante la cual parodiaron una procesión subiendo el cadáver del felino sobre una escalera y paseándolo a hombros, como si se tratara de un paso procesional. En ese momento, con todas las ratas reunidas a su alrededor y embriagadas por la fiesta, el gato se revolvió y empezó a comerse todas las ratas. Las pocas que sobrevivieron huyeron despavoridas para no volver nunca más.
»Así se acabó con la plaga de las ratas, y el noble decidió recompensar al gato sentándolo a la vera del rey en el banquete que organizó para recuperar su honra. Cuando el gato murió de viejo, el noble hizo esculpir sus gestas en el claustro, como habían sido esculpidas las de los reyes de antaño».